Este sábado vivimos en La Solana un partido especial, pero lo que realmente marcó la jornada no ocurrió con el balón en juego. Antes de comenzar el encuentro frente al CF La Solana, el Club Deportivo Marchamalo rindió homenaje a Javier Ablanque, un joven socio de nuestro club que nos dejó demasiado pronto, pero cuyo recuerdo permanecerá para siempre entre nosotros.
En el CD Marchamalo sentimos profundamente cada pérdida que afecta a nuestra gente. Pero hay ausencias que, por circunstancias, nos tocan fuertemente. La de Javier nos golpeó con especial dureza, no solo por su juventud, sino porque fue uno de los nuestros desde pequeño. Algunos miembros de la Junta Directiva lo vimos crecer en nuestro barrio, lo conocimos como aficionado y, sobre todo, como persona. Un joven noble, cercano, fiel seguidor del equipo, que nunca fallaba. Siempre pendiente de los suyos, siempre con una palabra amable, siempre con una sonrisa.
Javier pertenece a una familia muy conocida y querida en Marchamalo. Personas buenas, generosas, de esas que dignifican al pueblo y al club con su forma de ser. Agradecemos de corazón a su esposa, a su padre y madre, a su hermano, a sus primos, tíos y amigos por su entereza y por compartir con nosotros este momento tan íntimo. Sabemos que no fue fácil, pero su gesto nos honra. Nos hicieron partícipes de su dolor, pero también de su cariño y de su fuerza.
Durante el acto, entregamos a su familia una camiseta de su querido CD con su nombre y todos los jugadores del equipo realizaron un pasillo de honor a sus seres queridos. Se guardó un minuto de silencio que caló profundamente en todo el campo. Además, sus amigos quisieron estar presentes de forma especial, regalando a la familia un brazalete conmemorativo que nuestro capitán portó durante todo el encuentro en su memoria.
Javier deja un vacío enorme, pero también una huella imborrable. Este club es una familia, y su recuerdo quedará para siempre en la nuestra.
Gracias, Javier, por acompañarnos siempre.
Gracias a los tuyos, por dejarnos acompañaros.
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